El nuestro mundo todo es cíclico. Desde la naturaleza que de vez en cuando pide un infriamiento terráqueo, el día y la noche y las estaciones del año, hasta las conductas humanas, como las modas, por ejemplo.

La conducta humana podemos medirla fácilmente desde el arte, donde se plasma la evolución del pensamiento y conductas de la época. En los años sesenta inicia la época moderna, en la que el común denominador era: “todo lo que antes estaba mal, ahora está bien”. Andy Warhol, uno de sus mayores exponentes, toma objetos cotidianos como las latas de sopa Campbell’s y las convierte en arte. Este pensamiento evolucionó en los noventa y hasta nuestros días, la era posmoderna, cuya premisa afirma que “todo lo que antes estaba mal, hoy está bien, y lo que antes estaba bien, sigue estando bien”, en otras palabras: todo se vale. La era informática ha contribuido enormemente a esta corriente porque nos expone todo lo que pasa en el mundo. Antes, por ejemplo, para contemplar el trabajo de artista japonés debía venir a México respaldado por su trayectoria para poderlo valorar. Hoy, podemos ingresar a sitios en internet y encontrar el trabajo de alguien y admirarlo sin siquiera saber su identidad. Vemos en objetos de diseño estilos góticos mezclados con minimalismo, así como en música escuchar un disco de rock con ritmo de cumbia.

También lo vemos en la apertura de pensamiento, donde los movimientos gays, históricamente condenados, hoy se regordean desfilando en las principales ciudades del mundo exhibiendo la libertad de la que gozan y condenando a quienes los enfrentan llamándolos intolerantes y homofóbicos. También salen los emos y los nacos, otrora insulto y hoy símbolo de pertenecer a los barrios bajos. Se pueden combinar los trajes con tenis y los vestidos elegantes con mallas fluorescentes.

Con todo ésto, el pensamiento da vuelta una vez más para tratar de balancear el exceso de libertades en el tan temido regreso del conservadurismo. En los últimos diez años han regresado al poder en naciones desarrolladas gobernantes cuya bandera se basa en la discriminación y xenofobia. Como contrapeso a la migración de países subdesarrollados evolucionan en mensajes que buscan la pureza racial de la zona y ganar el terreno que los migrantes les han ido quitando, con mano de obra barata y alta disposición al trabajo pesado.

En México nos cuesta mucho trabajo entender el problema que se vive en Estados Unidos. Aquí no debemos convivir con gente de diferentes nacionalidades porque no vivimos con ellas. En la escuela, en el metro, en la calle, solo se escucha español y con poca frecuencia vemos grupos sociales que buscan mantener su identidad racial a través de sus vestimentas y costumbres. Recuerdo que en Nueva York llegué a contar más de cinco nacionalidades distintas en la sección del vagón del metro donde viajaba. Aunque la raza anglosajona predomina, los latinos, indúes, africanos, árabes y asiáticos migran indiscriminadamente, pero no adoptando los usos y costumbres locales, sino imponiendo los suyos ayudados por la cantidad de gente en las mismas condiciones. Aunado a la baja de oportunidades para los locales se crea de forma natural un contrapeso que busca equilibrarse, traducido en el regreso del pensamiento nacionalista que pudimos ver en las pasadas elecciones en el congreso de Estados Unidos, donde un movimiento de derecha y consevador llamado The Tea Party, ayuda a los republicanos a tomar posesión del país a través de las cámaras del congreso. Este partido, a favor del actuar mirando a los de adentro, promueve por ejemplo, el derecho a la portabilidad de armas.

Recordemos que conceptos tan enraizados en nuestra constitución del pensamiento no siempre han sido vigentes, como los derechos humanos, de los niños, laborales, la libertad de expresión, de culto, la libertad e igualdad. Son conceptos nuevos, que no tienen más de cien años. Nosotros los consideramos parte de nuestro día a día porque nacimos bajo ellas, pero si el mundo a lo largo de su historia se ha conducido de formas muy diversas, muy controladoras, y no no es extrañe estos pensamientos regresen a la cabeza de los gobiernos ayudados por el pueblo.

Nuestro mundo, en los próximos años, no vivirá guerras entre países como batallas hacia adentro, entre comunidades y grupos raciales. Países como Inglaterra, España y Estados Unidos han vivido en carne propia el odio hacia su cultura y ha repercutido en la forma en que miran a sus extranjeros. No es extraño el regreso de la discriminación se empieza a asomar.